La música tiene un poder asombroso de fijar pensamientos en nuestra mente, debido a lo agradable que puede parecernos una melodía, y a la repetición del mensaje una y otra vez. Si un cristiano quiere mantener la santidad, debe tener muy claro que no toda la música es permisible para dicho propósito. Nosotros no debemos dejar llenar nuestros oídos de basura, porque esa basura finalmente contaminará nuestros pensamientos, e influirá en nuestras conversaciones y en nuestras acciones.
Filipenses 4:8
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